lunes, 23 de enero de 2012

REGRESO AL FUTURO (DE ADJETIVOS PASADOS)

Algo así como la cara de Doc y Marty Macfly se nos puede quedar después de escuchar, leer y rezar al arzobispo de Valladolidd, que para no darle publicidad gratuita llamaremos X. Resulta que X acusa a Soraya Sáenz, a la que nombraremos como Y-vicepresidenta o Y a secas, es decir, que X acusa a Y de no ser "adecuada" para dar el pregón de Semana Santa porque se casó en Brasil por lo civil (esta gente suele hacer fuera lo que censuran aquí, en fin).
"Mi apreciación no va más allá de lo que va el Código de Derecho Canónico", se explica X, aunque no resuelve que este tipo de derecho (o torcido, según se mire) sirva para regular jurídicamente a la propia iglesia, no los actos sociales y culturales de una ciudad. Nos habría gustado escuchar, estaremos al tanto, las respuesta de Y, para ver si es igual de contudente que Z ("Dolor" de Cospedal), la cual, como madre soltera, se ganó el favor del arzobispado de Toledo vistiendo mantilla y portando cirio en procesiones varias.
Con todo, y para encauzar el artículo, el tal X muestra su suficiencia con una extraña declaración metaliteraria que ciertamente huele a desprecio: no tanto hacia Y, sino a la literatura en general y a su propio negocio en particular. X confirma que asistirá igualmente al pregón de Y porque éste se trata "de un género literario, más que una homilía o un sermón". O sea, que cualquiera, mayoritariamente pecadores de la pradera, puede dar un pregón de Semana Santa porque no es una homilía, sino un "género literario". Intuyo que el desprecio hacia los géneros literarios señala en abundancia el abandono por parte de la iglesia católica, y jurídicamente romana, de querer "contar nada" y sí de convencer, de imponer su versión.
La "homilia" o "sermón" pertenece al ámbito de los textos argumentativos, es decir, es una interpretación, una reflexión del señor clérigo sobre las Sagradas Escrituras (mis respetos, por eso en mayúsuculas) para dirigir a sus fieles en la palabra divina. Por lo tanto, X desautoriza a Y como "interprete" de las escrituras, es decir, que sólo él sabe leer e interpretar aquello de los panes y los peces. Y digo más, queridos hermanos y hermanas: que esta forma de "evangelizar" se aleja de toda vaselina y motivación espiritual, sobre todo porque ningún escrito puede sufrir una única interpretación, por muy grande y por muy libre que sea. O dicho de otra forma: el "porque yo lo valgo" sólo funciona en la televisión, en especial después de más de quinientos años de erasmismo, calvinismo, luteranismo y ahora sorayismos y cospedalismos...
En la RAE, bendito diccionario, como sinónimos de "pregón" aparecen "elogio", "alabanza", pero también este curiosa expresión: "tras cada pregón, azote", que ya dejo a libertad de cada uno interpretar, esté casado o no.
Salud.
M.L.

2 comentarios:

  1. Lo curioso será ver que opina Intereconomía al respecto, ¿a quién defenderá? Nuevos sentimientos afloran en la cadena del toro...

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  2. Vete a saber. Tal vez por ser mujeres y pecadoras, ayyyyy la mala de la Eva..., acaben siendo las próximas apaleadas, ya que no hay más ZPs en el horizonte...
    ¿Tú crees que se desprecia la literatura en favor de la argumentación? Quiero decir, que la iglesia pasa totalmente de querer adornar, decorar la píldora (función poética) para pasar si más ni más a la función apelataiva (te convenzo, vamos que si te convezo...)
    No digo con esto que la literatura sea exclusivamente hermosura y belleza (la Biblia es una maravilla en ese sentido), pero el buen argumento debe estar forzosamente bien presentando para embaucar mejor, como la buena oratoria, y la oratoria no se entiende sin el lenguaje figurado (literautra). ¿No?

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