jueves, 29 de diciembre de 2011

La imaginación es una memoria al revés




Inventar, crear, ir haciendo memoria, ser parte de ese continuo y ser memoria haciéndonos. Esta es la atractiva baza hermenéutica del libro de Daniel Pennac, Mal de escuela, Mondadori, 2008. Su lectura es un alegato contra los métodos pedagógicos escolares que esquilman y segregan a los individuos en listos, tontos, etc. ¿Qué es saber? ¿Tiene que servir para algo? ¿Para qué? El libro, a modo de autobiografía, DUDA y recuerda los años del autor como mal estudiante, mal productor me animo yo a decir, es decir, no producía lo que se le exigía que produjese. Y sin embargo, años después, acaba siendo profesor de secundaria y autor literario de éxito en Francia.




La escuela como un lugar ¿de productividad? Sin duda nos encontramos en esa encrucijada económica y social de lo mesurable. No hay más que observar la realidad educativa para darnos cuenta de cómo lo que se persigue son resultados ¿objetivables? sobre los ¿logros? y ¿rendimientos? académicos. Resulta DUDOSO que un sistema educativo se evalúe y justifique en porcentajes cuando las inversiones en él han ido disminuyendo a lo largo de los últimos años (1.800 millones de euros menos sólo en 2011 aproximadamente).


La lectura de Mal de escuela refresca el mundo de la imaginación como lugar de memoria por hacerse, no por repetir y repetir en un examen oral o escrito tal o cual material.


M.L.

3 comentarios:

  1. Me quedo con la idea de educación-productividad para comentar.
    Hace tiempo leí un articulito muy ameno que hablaba de como desde pequeñajos nos enseñan a ser productivos en el cole... ¡Lástima de parvulitos!
    Os dejo aquí el enlace http://www.elpais.com/articulo/sociedad/leer/escribir/elpepisoc/20091029elpepisoc_1/Tes
    También recuerdo como dando clases particulares a unos niños de 4 y 5 años ellos me demandaban hacer fichas cada día. Total que iba yo con mis canciones y cositas como Mary Poppins y los pobres necesitaban una fotocopia para sentir que estaban aprendiendo inglés...
    ¡Recuperemos la primavera!

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  2. Ajá, esa es una discusión que mantengo casi a diario con mi compañero de oficina, un feroz defensor de la utilidad obligatoria del saber aprendido en las escuelas.

    Al igual que el autor (al cual no he leido, pero es un firme candidato para mi próximo libro) parece explicar en el artículo, la enseñanza de saberes "inútiles" nunca es tal, pues siempre, en algún momento de tu vida te van a acompañar para tomar tal o cual decisión que puede determinar un cambio en tu proceder, un cambio que puede evitar una equivocación que a su vez puede dar al traste con muchas cosas importantes. Al ingeniero no le sobra la filosofía. Al arquitecto no le está de más tener conocimientos literarios. Una persona no está completa sin los conocimientos "inútiles", y yo al igual que no querría que mi médico o mi piloto de avión fuera un mileurista, tampoco confiaría en ellos si supiera que es una persona cuyo único interés vital consiste en llevar pitanza a casa, dormir en un catre de lujo y levantarse para llevar a cabo su rutina diaria.

    El saber inútil construye una sociedad que se hace preguntas como ¿qué es el bien? ¿Cuál es la decisión moral en este asunto? ¿La sociedad en la que vivo va a ser mejor o peor si elijo tomar este camino?. El saber inútil construye una sociedad distinta a la española, en la que muy pocos se hacen estas preguntas.

    La educación se está instrumentalizando en este país desde hace ya mucho tiempo, en favor de tal o cual ideología política, lo que crea estupendos militantes, de pensamiento único y generalizado entre sus compañeros. La pregunta es si un buen militante es también un buen ciudadano, y si lo bueno para una ideología es también bueno para la sociedad.

    La sociedad monetaria en la que estamos inmersos no premia la sabiduría, prima el éxito, no prima la ética, prima el beneficio, no prima la bondad, prima la belleza. Ese es el problema de este país.

    Vaya rato más bueno me he pegado a hablar en la oficina a tu costa, Mala Lengua. Que poco productivo...

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  3. Hola Dave, hola Elena, hola yo,
    gracias por los comentarios, con sustancia, con DUDA, con mala lengua también.
    Que la educación es un instrumento, es innegable. Que esté instrumentalizada, no mucho más que cualquier ámbito social, tal vez incluso mucho menos. Se tiene la idea de que un profesor tiene cierta influencia sobre sus alumnos, pero yo creo que eso era mucho antes de internet, la publicidad y el marketing, etc. Si acaso, no mucho, en una clase se puede intentar (siempre que lo permita el programa de festejos y contenidos) rascar para disminuir cierta presión de ese marketing. Pero pienso que es más que improbable que yo como profesor, por ejemplo, pueda contrarestar la influencia de Nike o de el Ipad.Sí creo que al menos hay que crear un espacio yermo donde alguno de los chicos pueda encontrar un lugarfértil y propio.
    En cualquier caso, y volviendo a la idea del placer de la inutilidad, el arte por el arte kantiano si queréis, me quedo con un proverbio de Antonio Machado que os regalo por aquí, y de paso ya me habéis dado idea para la siguiente entrada. Graciaaaaaaaaaaaas
    "—Nuestro español bosteza.
    ¿Es hambre? ¿Sueño? ¿Hastío?
    Doctor, ¿tendrá el estómago vacío?
    —El vacío es más bien en la cabeza".

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