lunes, 10 de septiembre de 2012

TODO A CIEN

La noticia dice que han encontrado un Renoir  desconocido en un "mercadillo" en Virginia, USA (dónde si no...) y que una señora lo compró por siete dólares porque "le gustaba el marco". La pieza será subastada en breve y se espera que se alcance pronto cerca de 100.000 dolares.
http://www.cadenaser.com/cultura/articulo/renoir-dolares/csrcsrpor/20120910csrcsrcul_10/Tes



¿Marketing? ¿Estrategia comercial? ¿Por el marco...? Y sin embargo es una metáfora fantástica de nuestros tiempos, ya imperecederos gracias al esfuerzo común de no pasar por la historia de puntillas. Me refiero en primer lugar a ese ninguneo de la cultura (dónde si no en USA...) que permite que un Renoir acabe en un famoso "garage sale", es decir, un mercadillo donde la gente se libra de trastos cuando no sabe qué hacer con ellos. ¿Cómo se ha ido fraguando, a fuego lento, durante todos estos años, miles de meses y centenares de miles de minutos esta cosa de que acabe un Renoir prácticamente en la basura? ¿Es tanta la ignorancia fermentándose y pasándose, contagiándose de generación en generación? Digo de USA pero es casi tan nuestro como el Marlboro o los Levis. ¿A qué fortuito plan genético, ahora de moda, se llega a querer ignorar durante más cien años una obra como esa? O más tremendo aún: ¿estamos tan acostumbrados a la copia en este mundo de reproducciones (W. Benjamin) que nos da exactamente igual el original? Nos conformamos con las imitaciones: empezamos por cuadros y acabamos por personas, políticos y otros seres...

La dueña, la que lo compró en el rastrillo, alegó que le gustaba el "marco". Esta segunda reflexión tiene que ver precisamente con la necesidad de que la obra ninguneada tenga un "marco" de referencia donde pueda volver a existir autocreándose una biografía de andar por casa. De ser un Renoir que no se conocía, por lo tanto sin historia (¿sin valor?), se pasa a un Renoir que se ha creado una épica cutre, de mercadillo, para que le engorden las cifras de compra a la casa de subastas, me temo. Que sea un cuadro tirado en un mercadillo, y no una persona de carne y hueso la que encarne esa épica, da que pensar.

Salud.
M.L.

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