miércoles, 25 de abril de 2012

Bien, la criatura se llama Obispo (de cuyo nombre no quiero ni acordarme) y de paso pertenece a la diócesis de Alcalá. Lejos de ser manco, le da por escribir unas homilías que parecen que lo estuviera, o que las escribiese con los pies (que para todo hay milagro). Se ha hecho famoso el tal hombre por asociar la homosexualidad con el infierno, dejándose en el tintero otras asociaciones, libres por supuesto, con Pedro Botero, a saber: el congreso de los diputados, la bolsa de Madrid, la reforma laboral, en fin, colectivos varios que dicen representar a alguien para hacer lo que les dé la gana.

Tal hombre nos dice hoy en el periódico: "A todos respeto y acojo de corazón. Sin embargo, debo decir que la misión que me ha confiado la Iglesia y la caridad de Cristo me urgen a anunciar la verdad contenida en las Sagradas Escrituras, en el catecismo de la Iglesia católica y en el resto del magisterio de la Iglesia". My God...

Sus palabras de "respeto" y "acoger" de ·"corazón" a "todos" es una mentirijillas que no esconde porque sí. A "todos" los que piensen como yo, claro, pensaría el Obispo. Y además corrobora sus palabras con las "urgencia" con la que Cristo le pide (pobre Cristo) que propague el catecismo (cateto cateto). Inocente de mí, pienso ahora, que creía yo que lo del catecismo era para "su" iglesia, no para todo Dios, uy, perdón...

Las palabras, una vez más, son traicioneras, y parece evidente que la urgencia de este Obispo es la de transformarnos a todos en "él" o en los "suyos", dejando en evidencia, y con más urgencia que sus actos, que el respeto que exigen como colectivo lo devuelven a la cara en cuanto se sienten con respaldo político para decir estas majaderías.

Salud.
M.L.

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