Estamos ya, cómo pasa el tiempo, con los cincuenta añitos de Mafalda. Que no son nada, diría el tango. El otro día se nos coló para hablar del trabajo y la vida y hoy más que nunca se nos presenta para requerir de su presencia, de su afilado iris y de su dulce carita. Por eso y porque necesitamos más Mafaldas, y más Quinos...
¡VIVA MAFALDA!
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