viernes, 11 de mayo de 2012

300 policías irán a Sol disfrazados de 'indignados'.

300 policías irán a Sol disfrazados de 'indignados'.
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""Francisco tenía cara policía, andares de policía y el verbo a porrazos de los policías. La misión para ese día consistía, sin embargo, en disfrazarse de los "otros". No le gustaba la idea de abandonar su uniforme, la placa, la porra, en fin, que ya puestos a ir de carnaval, pensaba, que sea de lo que me a mí me gusta. Para Francisco, sin embargo, su uniforme, placa y porra no era mero artificio, qué va, todo ello resultaba parte de su personalidad, de sus andares y de su verbo.
Aquella misión le había trastocado los planes. Tuvo que leer. Poco, pero leyó los documentos internos que le facilitaron. Eran cuatro consignas claras que, a los que vigilaría, empleaban en sus algaradas. Por si le preguntaban o le tocaba hablar en alguna asamblea, le dijeron. Incluso el propio departamento de policía le facilitó camisetas y ropajes de los "otros" para que pasase completamente desapercibido. El día de su particular carnaval acarició su atuendo oficial y cerró con un golpe fuerte la taquilla donde quedaba encerrada su verdadera piel.
Salió a la calle y en menos de dos minutos se unió a la multitud que repetían mecánicamente las consignas que él mismos comenzó a tararear. Gritaba con fuerza, con una vehemencia casi impropia de los exaltados, pero lo hacía como mecanismo de defensa. Mientras gritaba era como si blandiese su porra. Así no se le acercarían mucho. Así era como si él pudise golpearlos a todos.
La manifestación concluyó sin incidentes, muy a su pesar. Y no fue porque los boicoteadores, otros policías de carnaval, no lo hubiesen intentado a diestro y siniestro, sino porque Francisco gritaba y gritaba hasta dejarse la garganta y, alrededor suyo, la onda expansiva protegía las algaradas de manifestantes que de buena gana habrían machacado a aquellos reventandores. Pero no. Francisco gritaba, coreaba, y la gente le seguía en aquel periplo de emoción y protección.
Cuando terminó la jornada, Francisco se deshizo de la ropa como una serpiente que muda de piel. Desnudo frente a su taquilla vio colgado su traje oficial, con la placa hacia fuera brillando chiquita en el fondo oscuro. Al lado, su ropa de paisano. A sus pies las escamas de un encuentro con un Francisco al que no volvería a ver".

Salud
M.L.